La Gabeta (Artes Marciales)

Liga Marcial

viernes, 23 de agosto de 2019

Samuráis y ninjas: las grandes mentiras históricas sobre los guerreros más letales de Japón

El doctor en historia y experto en la cultura nipona Marcos Sala Ivars destruye en ABC los mitos que la «cultura pop» ha extendido sobre estos soldados. ¿Quiénes eran realmente?


Así pervirtió Japón el código samurái para que miles de sus soldados se inmolaran en la IIGM en Videos

Debo confesar que jamás he sido un forofo de las películas ambientadas en elJapón medieval. Quizá porque nunca me había adentrado lo suficiente en la cultura nipona como para saber discernir si lo que mostraban era veraz a nivel histórico o una mera exageración esgrimida para atrapar al telespectador durante los noventa minutos de rigor. Eso, sin embargo, no me ha impedido conocer la imagen idílica que se ha extendido de dos de los guerreros más populares de la historia: los samuráis y los ninjas. A los primeros los vemos como la reencarnación de los caballeros andantes; hombres honorables dispuestos a suicidarse por lealtad y a combatir hasta la extenuación para defender a su señor. Los segundos son (si cabe) más interesantes, pues han sido esbozados como unos asesinos y unos maestros del disfraz sin honra alguna. ¿Quién podría resistirse a su atractivo

Pero la realidad es muy diferente a la que nos ha narrado la gran y la pequeña pantalla. Poco hay de verdad en esa imagen de un ninja escalando una pared vertical sin más ayuda que unos zapatos o escabulléndose del enemigo a golpe de bomba de humo. Otro tanto pasa con los samuráis, quienes, si así lo dictaba su señor, perpetraban sin dudar actos moralmente reprochables como asesinar a mujeres y niños. Y es que, como bien explica a ABC el doctor en Historia del Arte y experto en el mundo asiático Marcos Sala Ivars (miembro de la Asociación de Estudios Japoneses de España y cuya tesis versa sobre los sables del país del sol naciente), estas ideas han sido transmitidas por una «cultura pop» ávida de atraer el interés extranjero. «No me parece mal porque ayuda a que la sociedad se acerque a la cultura nipona, pero debemos aprender a diferenciar la realidad histórica de lo que no lo es», explica el experto a este diario.

¿Qué era en realidad un samurái?

Las novelas y el cine han ayudado a popularizar la imagen del samurái. De él ha perdurado una instantánea que nos muestra a un guerrero con dos vertientes: la de soldado versado y la de leal súbdito cuyo mundo giraba en torno a su señor. En este sentido no han fallado, pues siempre se destacaron por su fidelidad. «Samurái, en cuanto al vocablo, significa “el que sirve”. Es una definición que implica una actitud de servidumbre hacia una tercera persona, una de mayor importancia. Aunque la idea fue cambiando a lo largo de los años, una posible definición de estos soldados sería la de “nobleza guerrera japonesa”», explica Sala. La propia leyenda narra que nuestros protagonistas nacieron para proteger las islas niponas después de que estas brotaran de las lágrimas de una bella joven enferma de amor.
Más allá de las narraciones milenarias, la realidad es que los samuráis arribaron a Japón en el siglo VIII. Según desvela Carlos Javier Taranilla en «Enigmas y misterios de la historia» (Almuzara, 2017), «su presencia se remonta hasta el período Nara (entre los años 710 y 794), pero su mayor apogeo tuvo lugar a partir del período Heian (794-1185), perdurando hasta la época Meiji (1868-1912)
Aunque, en sus palabras, su origen no está claro. Para algunos historiadores «su lugar de procedencia fue la Península de Corea» mientras que, para otros tantos, su pasado más remoto se halla en «los primitivos grupos de cazadores autóctonos». En todo caso, y tal y como explican Carol Gaskin y Vince Hawkins en «The ways of samurais», en su origen eran «soldados que servían a la corte imperial», «protegían a las familias de los nobles» y «eran absolutamente leales al Emperador».
Sala es de la misma opinión: «El samurái surgió entre los siglos VIII y XIX. Pero, en ese momento, era un guerrero asalariado conocido como “bushi”. Por entonces actuaban como mercenarios en templos budistas o santuarios sionistas, entre otros». No obstante, el que es a día de hoy uno de los pocos expertos españoles en esta parcela histórica afirma también que, con el paso del tiempo, estos soldados fueron ganando más y más presencia en palacio. «En el siglo XII hubo un cambio radical en la política: se acabó con el sistema imperial y el control pasó a los samuráis. Se eliminó de facto la corte imperial, que pasó a tener una función protocolaria, y el gobierno lo tomaron los samuráis. Esa “nobleza guerrera” se había empezado a estructurar en el siglo XII. A partir de entonces, y hasta el XIX, el samurái tenía ese carácter de nobleza y su título era hereditario», completa.
Este cambio de combatientes a casta gobernante ha hecho que algunos autores los hayan comparado con los caballeros medievales europeos. Aunque la realidad es que, fuera de los campos de batalla, llevaban una vida mucho más estricta que ellos. Su decadencia llegó cuando el gobierno les quitó el derecho a portar armas en 1876, después de que se sublevaran contra los nuevos movimientos burgueses y liberales nipones. En la práctica, aquella decisión significó su abolición y su reintegración en la vida civil. Su legado siguió latente en la sociedad hasta la llegada de la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón modificó el antiguo código samurái para convencer a sus hombres de que debían combatir hasta la muerte por el Emperador contra los Aliados.

La verdad tras el Bushido

La historia más extendida afirma que, durante más de diez siglos, los samuráis basaron su vida en el Bushido (de forma literal, el «camino del guerrero»). Ideado presuntamente entre las eras Heian y Tokugawa, la tradición afirma que era un código de conducta que regía la vida de estos guerreros dentro y fuera del campo de batalla. Sus principios eran la lealtad, el deber y el valor. A su vez, hacía hincapié en que nuestros protagonistas debían ser valerosos a la hora de enfrentarse al contrario, mostrarse siempre humildes y tener un concepto alto del deber. «A nivel práctico, el Bushido se centraba en siete valores: la justicia, el valor, la compasión, la cortesía, la sinceridad, el honor y la lealtad», añaden los expertos anglosajones en su obra.

Con todo, la tradición afirma que, si había algo en lo que hacía especial hincapié el Bushido, era en la lealtad hacia su señor. «La lucha era hasta vencer o morir por su jefe, el daimio, en cumplimiento de la lealtad que informaba su código de valores», explica, en este caso, Taranella en su obra. De hecho, combatir y morir por su superior era un orgullo y un honor al que todos los samuráis aspiraban. «Si su señor moría en la batalla, los samuráis tenían tres opciones: hacerse el hara kiri (“corte del vientre”), permanecer como guerreros sin amo (“ronin”) hasta que encontrasen un nuevo señor a quien servir o, bien, convertirse -reciclarse, diríamos hoy- en ninjas o espías», desvela el mismo autor.


Hasta aquí la creencia más extendida. No obstante, Sala afirma que este código fue ideado hace apenas un siglo y que no rigió la vida de los samuráis desde el siglo VIII. «El Bushido solo tiene cien años. El problema fue que, a principios del siglo XX, en 1901, el diplomático japonés Inazo Nitobe lo escribió para dar a conocer la cultura japonesa y publicitar Japón en el extranjero. No en vano lo hizo directamente en inglés. Así surgió la idea del Bushido que tenemos en la actualidad. A mis alumnos siempre les digo que, si cogiéramos un DeLorean, viajásemos al siglo XIII y le preguntásemos por el Bushido a un samurái, nos diría que no sabe lo que es», desvela le doctor en historia a ABC.
Sala no niega que los samuráis siguieran un código de conducta. Todo lo contrario. Defiende que se regían por unas reglas, pero que estas variaban según su señor. «No existieron como tal unas normas únicas durante toda la historia de Japón. La realidad es que en cada época se instauraban una serie de leyes que debían seguir. Cada gobierno y cada facción imponían lo que los samuráis podían llevar a cabo y lo que no», confirma. En sus palabras, el Bushido se basó en «dos códigos que escribió un tratadista japonés en el siglo XVIII». Uno hablaba de la guerra; otro, del protocolo. «La unión de ambos articuló el texto de Nitobe. Pero hay que tener en cuenta que se hicieron para un clan concreto, por lo que no se les puede atribuir un carácter nacional», finaliza.
«El concepto del honor es muy moderno. Si leemos historias de los samuráis del siglo XII descubriremos que llevaban a cabo prácticas reprochables como cualquier persona»
En la actualidad, y gracias al Bushido, el aura que rodea a los samuráis es la de unos guerreros que centraban su vida en el honor. Pero Sala considera esto un error. «Ese concepto es muy moderno. Si leemos historias de los samuráis del siglo XII descubriremos que llevaban a cabo prácticas reprochables como cualquier persona. Cuando recibían una orden la acataban sin rechistar independientemente de sus implicaciones morales. Por ejemplo, asesinar a mujeres y niños. Su máxima era servir de la mejor manera posible a su señor», señala.
Como ejemplo, el experto recuerda que los samuráis tenían una prebenda, llamada el «perdón por corte», que les permitía matar a cualquier animal o persona que quisieran para probar el filo de su espada. «Es cierto que no la ejercían tanto porque luego tenían que pasar por un juicio para determinar si era asesinato o no, pero existía».

Educación y entrenamiento

La educación y el entrenamiento al que eran sometidos los samuráis eran tan duros como su supuesto código de conducta. Según Taranilla comenzaba a los cinco años, cuando recibían su primer sable. Un arma de juguete que les servía únicamente para familiarizarse con el manejo de la espada. Apenas dos veranos después empezaban a versarse en el campo de la caligrafía (a la que deban mucha importancia) y en el manejo del arco.
Durante su primera década de vida también avanzaban en las artes marciales y la caza. «A los 15 años entraban ya de pleno en el mundo de los guerreros adultos y recibían, pues, su segundo sable, el de verdad, con el que comenzaban a adiestrarse en el arte de la guerra», incide el autor hispano.
Por su parte, Gaskin y Hawkins añaden que los niños samuráis «estaban rodeados de los símbolos de su clase guerrera desde el momento de su nacimiento». Según desvelan, cuando nacían un sacerdote hacía sonar la cuerda de un arco para ahuyentar a los malos espíritus. Era una suerte de ritual de iniciación. A su vez, son partidarios de que recibían una pequeña espada del tamaño de un llavero que sus padres le colgaban a la cintura. «A la edad de cinco años, se le cortaba el pelo por primera vez y a los siete recibía sus primeros pantalones o hakama», completan.
No obstante, el ritual más destacado se sucedía cuando llegaban a las quince primaveras. Era entonces cuando se convertían en hombres. «Recibía su nombre de adulto, un corte de pelo de adulto y lo mejor de todo, su primera espada de verdad y su armadura», completan. También inciden en que los pequeños disfrutaban de entrenamiento en artes marciales y en el manejo de armas desde su infancia.

Katana, verdades y falacias

La leyenda nos dice que el arma más utilizada por los samuráis era la espada, la cual era también su posesión más preciada. A lo largo de su vida siempre la llevaban consigo y la mantenían cerca de su almohada al dormir. Un ejemplo de su importancia sería que, durante el siglo XVI, estos guerreros eran los únicos que podían portar dos. La más larga (unos 120 centímetros, aunque varió mucho a lo largo de los años) es también la más conocida: la katana. «La más corta, la wakizashi, se usaba también en combate y, de ser preciso, en el suicidio ritual», desvelan los autores anglosajones. Estas eran siempre tratadas con respeto y pasaban de generación en generación.
Sala no niega esta idea, aunque afirma que es necesario matizarla. Para empezar, apunta que estos guerreros no llevaban siempre dos sables. «El conjunto de las dos espadas que portaban (una corta y una larga) se llamaba daisho. No obstante, empezó a ser una seña de identidad samurái a partir del siglo XVII, en el periodo Edo (1603-1868). Antes podían llevar una amplia variedad de armas que incluían desde alabardas hasta sables pasando por lanzas», desvela.
En lo que sí incide es en la importancia de la espada como elemento sagrado en la cultura samurái. «La espada tiene un triple componente para los japoneses. El primero es el mitológico. Hay muchas leyendas de forjadores a los que se les aparecieron divinidades y duendes para dirigir o inspirar su trabajo. El segundo es el artístico. Desde el siglo VIII, el sable siempre ha sido considerado en el país una obra de arte. Finalmente, también tiene un componente bélico. Es una herramienta para matar. Si no cumple estas tres premisas no debe ser considerada una espada nipona», completa.

Arcos y arcubes muy dignos

Pero la espada no era el único arma de los samuráis. Estos guerreros completaban su arsenal con una lanza o yari o, entre otras, el controvertido arco. «Se ha extendido que odiaban usarlo porque preferían el combate cuerpo a cuerpo, mucho más honorable, pero eso no es cierto. Hasta los siglos XII y XIII, el arma principal del samurái en el campo de batalla era el arco. La katana, o más bien el tachi (entonces no existía todavía la katana), tenía un papel protocolario», señala Sala a ABC. En sus palabras, los guerreros debían afinar su puntería para la guerra, la cacería y el disparo protocolario. «Se entrenaban desde pequeños, y lo siguieron haciendo hasta el siglo XIX».
Con el arcabuz sucede algo parecido. «La gente piensa que el arma de fuego no era honorable y que los samuráis la rechazaban, pero nada más lejos. La realidad es que era un arma noble que el gobierno no dejaba que la usara todo el mundo. Solo la podían disparar los samuráis bajo supervisión», incide.

De hecho, el experto español es partidario de que, en el siglo XVII, el control de los polvorines era muy riguroso y de que solo se permitía acceder a ellos a los señores y guerreros más cercanos a la causa gubernamental. «Así, se buscaba que un arma con tanto poder destructivo no cayera en poder de cualquiera», explica. De hecho, a partir del siglo XIX se convirtieron en un elemento «cool» que nuestros protagonistas adoraban. «Para ellos era un orgullo poseer un revólver Colt y posar con él en las fotografías junto a su katana», sentencia.
¿Por qué se ha extendido este error? Quizá por una mezcla de los principios del posterior Bushido y por la idea de que, en un duelo, se deben equiparar las armas para no tener ventaja sobre el contrario. «También es cierto que, durante años, en Japón se buscó crear una historia nacional propia al margen de los extranjeros. Y las armas de fuego fueron introducidas por los españoles, los portugueses y los norteamericanos», añade Sala.

Ninjas: realidad y mito

Pero, aunque el Bushido sea anacrónico y el honor un concepto moderno, hay un concepto que ha sido todavía más tergiversado: el de los ninjas. En la actualidad, las películas nos han transmitido que estos guerreros eran asesinos y espías que, ataviados con su característica vestimenta negra, eran capaces de acabar con su presa y escapar sin ser vistos. Todo exageraciones. «La visión que tenemos actualmente de los ninjas es la que se extendió en el teatro y las novelillas por entregas japonesas del siglo XIX. Es una mentira fomentada a mediados del siglo XX por ciertas personalidades que crearon escuelas de ninjutsu y empezaron a reescribir la historia en base a estos mitos», desvela Sala.
Los más parecidos, según el doctor en historia, fueron los Shinobi (también llamados Shinobi-no-mono). «Eran samuráis a los que el gobierno les encargaba labores de espionaje. Su tarea comenzaba cuando el estado imponía, por ejemplo, una vestimenta concreta a un grupo social. Ellos eran los encargados de acudir a los pueblos para cerciorarse de que ese mandato se cumplía. También corroboraban que las ciudades pagaban los impuestos. Eran los vigías del poder. Pero no eran asesinos a sueldo que escapaban de sus enemigos tirando bombas de humo», desvela.
«Los verdaderos ninjas eran los Shinobi y se encargaban de hacer labores de espionaje para el gobierno»
A su vez, no tenían ninguna prenda propia, sino que se vestían exactamente como los samuráis para pasar desapercibidos. Algo parecido sucedió con sus armas, la mayoría de las cuales fueron inventadas en el siglo XX. «Salvo excepciones como los shuriken, no existen registros de ninguna antes de esa fecha. El Shinobi no tenía ningún arma propia. El supuesto ninjato no apareció hasta hace cien años, y los zuecos que les permitían flotar sobre el agua eran usados de forma habitual por los samuráis como salvavidas por si se caían al mar durante una batalla naval», sentencia Sala.
¿En qué se basan, entonces, los ninjas que vemos en las películas? Al parecer, en un minúsculo grupo de élite que se creó dentro de los Shinobi durante el siglo XVI y que se especializó en el espionaje bélico y en los asesinatos. «Las suyas fueron labores accesorias y que se dieron durante un período muy corto antes de desaparecer. Posteriormente lo que quedó fue la función del espía gubernamental y asesor», señala el español. Aunque sí es cierto que aprendían técnicas de escapismo y sabían preparar algunos brebajes muy útiles. «Se dislocaban las articulaciones y aprendían a fabricar venenos o medicamentos para sanar heridas. Pero no era algo único que solo hicieran ellos», completa.
Con todo, Sala llama a la cautela: «La mitificación de la cultura de los ninjas está fomentada por Japón para dar publicidad y favorecer el turismo de algunas zonas. Hacer una suerte de Disneylandia. El gobierno japonés vende una imagen pop y popular de los ninjas que está basada en los Shinobi. No me parece mal porque, de esta forma, acercan su cultura al extranjero, pero debemos entender que este grupo especializado tuvo una duración muy limitada en el tiempo y desaparecieron».
publicado en: https://www.abc.es
Historia

































https://www.abc.es/historia/abci-samurais-y-ninjas-grandes-mentiras-historicas-sobre-guerreros-mas-letales-japon-201906232329_noticia.html
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jueves, 22 de agosto de 2019

La historia detrás de 'Mulán'

La película está basada en una leyenda china sobre una mujer que sin ayuda de nadie, se convirtió en uno de los mejores guerreros del ejército de su país
ESPECIAL.- Disney estrenará pronto una nueva versión live action de Mulán.
Aunque al estrenarse el tráiler, muchos esperaban reencontrarse con los personajes que marcaron su infancia, la realidad fue diferente, pues al parecer no existirá ningún Mushu que guíe a la heroína hacia la victoria, porque realmente, su presencia no es tan necesaria.
La leyenda de Hua Mulán es un referente cultural muy importante para China e, incluso, es posible que la balada original en la que se contaba la historia de la mujer que decidió unirse al ejército para salvar a su padre pueda tratarse de una historia real.
Según relata la escritora Feifei Wang, la película animada de 1998 fue criticada en China, pues la leyenda de la gran guerrera y su cultura habían quedado prácticamente ridiculizadas y confundidas, incluso, con la cultura japonesa.

El personaje de Mushu fue criticado, pues en aquel país, los dragones son criaturas que representan una gran sabiduría. Es por esto que quizá Disney quiso redimirse y apegarse a la leyenda original para contar la historia de una verdadera guerrera que se gana su lugar por sus propios méritos dentro de una sociedad machista, tal como en la balada de Mulán, cuyo registro más antiguo data del siglo VI.
El poema ha sido adaptado varias veces y ha sufrido modificaciones; sin embargo, los fragmentos originales que se conservan narran la historia de Hua Mulán, una mujer que decide unirse al ejército durante la dinastía para salvar a su padre de la muerte, pues cuando el emperador recluta a los hombres para defender China de los invasores, su único hermano es aún un niño.
En la leyenda, el acto de Mulán es honorable y ella está preparada para lo que se le avecina, pues su padre se encargó de entrenarla en las artes marciales y el combate. La heroína parte a la guerra con convicción, preparación y con el permiso de sus padres.
La existencia de Mushu en la película animada resta solemnidad a las acciones de la guerrera china, quien finalmente es mostrada en aquella versión como una niña que no puede hacer nada por sí misma, un desprestigio para la leyenda original.
En la balada, Hua Mulán es mejor guerrero que sus compañeros y se queda combatiendo junto a ellos por 12 largos años. Tal fue su desempeño durante ese tiempo defendiendo al imperio, que el emperador la recibió con grandes honores y fue invitada a ocupar un puesto oficial dentro del gobierno.
"De vuelta, es recibida por el Hijo del Sol, que se sienta en la Sala de los Resplandores. Le concede medallas por sus méritos muchos, le ofrece alas de pato crujientes por millares. El Khan le ha preguntado qué quiere hacer ahora. 'Mulán no necesita honores oficiales, dame un burro robusto de cascos bien ligeros y envíame de vuelta a casa de mis padres'".
A su regreso, la guerrera es recibida por sus padres, hermano y hermana con gran alegría. Ella por fin se desprende de su ropa de guerrero y vuelve a sus hábitos de dama.
En una visita a sus compañeros del ejército todos se muestran sorprendidos, pues en todos los años en que cabalgaron y lucharon juntos, nadie pudo percatarse de que era una mujer.
"Las patas del conejo saltan más, los ojos de la hembra son algo más pequeños, mas cuando ves un par corriendo por el campo, ¿quién logra distinguir la liebre del conejo?", responde ella y termina así la historia de la heroína.


publicado en: https://www.multimedios.com


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lunes, 22 de julio de 2019

2ª parte Kendo

En los entrenamientos y en los combates deportivos


Se usan sables de bambú (shinai), golpes y obejtivos predeterminados y sólidas armaduras. Así pues hoy en día es posible embarcarse en la búsqueda de la ilustración espiritual seguida por el guerrero samurái de antaño. Conceptos como el Mushin o 'mente vacía' tan expresados exponentes del zen son la esencia del logro de los altos niveles del kendo. Fudoshin o 'mente impasible' son conceptos atribuidos a la deidad Fudo Myo-O (Acala), uno de los cinco 'reyes de la luz' en el budismo shingon, implica que las barreras no pueden ser arrastradas por la desilusión de la furia, duda, miedo o sorpresa presentadas por las acciones del oponente.


En 1920, Dai Nihon Butokukai

(大日本武徳会, entidad promotora de la regulación de las artes marciales, tras la segunda guerra mundial) cambio el nombre de Gekiken (撃剣, espada golpeadora) por Kendo.


Una clase

Al iniciar la clase de kendo, los alumnos realizar el calentamiento previo a la actividad donde se ejecutan diferentes tipos de entrenamientos, ya que es primordial el desarrollo cardiovascular, aumento de la capacidad aeróbica y desarrollo de ciertas cualidades físicas.
Todos los alumnos inician el entrenamiento sin armadura debido a que esta pesa alrededor de 5 kilogramos y cubre todo el cuerpo de los kendocas, luego se continua con la realización de técnicas de ataque y defensa con el sable de bambú; después de interiorizar las técnicas se pasa a realizar la practica con el compañero, aquí ya pasan a colocarse la armadura para poder practicar como es debido con el  sable.
Al finalizar se realizan ejercicios de estiramiento que permiten a los alumnos recuperarse de la fatiga que se genera durante la ejecución de la práctica.

Equipación de Kendo



En el Kendo se lleva una especie de armadura, el Bōgu, que sirve para protegerse de los impactos con el Shinai, esa especie de bastón de madera, que representa la espada.
El Bōgu se compone de el Men, un tipo de casco para proteger cabeza y cuello, que se coloca sobre el Tenugüi, un pañuelo que ayuda a amortiguar los golpes y a secar el sudor. El Kote que es una protección para los brazos y las manos. El Do y el Tare, que son protecciones para el abdomen y la parte pélvica, respectivamente.
Debajo del Bōgu, se lleva un traje compuesto por el Kendogi o chaqueta, y la Hakama o pantalones. Estos son anchos con pliegues, y se asemejan a una falda








Beneficios del Kendo

  • Desarrollo de fuerza y tono muscular.
  • Aumenta la coordinación y la velocidad de los movimientos.
  • Mejora la postura.
  • Mejora la concentración.
  • Mejora la atención y la memoria.
  • Mejora el sueño.
  • Forja el carácter, logra armonía y meditación.
  • Controla sentimientos de rabia y miedos.
  • Defensa personal.
  • Construye respeto y disciplina.
publicado en: http://artesmarcialespro.com




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Hidetoshi Nakahashi, de Kobe a Bastia

Juan Antonio García - BudoBlog/Camino Marcial

El experto, apreciado por todos, acaba de fallecer con su familia en Córcega. Lo conocimos en su casa en Bastia hace unas semanas en el club que fundó hace cuarenta y dos años. Córcega e Hidetoshi Nakahashi, un amor mutuo a primera vista, el lugar donde siempre ha tratado de transmitir sin reservas.
Olvídate del aroma de los maquis y de los golfos bañados por el sol. Olvídese de Bastia, las calles que conducen a la ciudadela y su puerto, pero cerca. Cruzar las puertas del dojo del AMI Shito-Ryu es penetrar en un mundo aparte. ”  Aquí no estamos ni en Francia ni en Córcega: estamos en Japón”.  Es con estas palabras con las que Hidetoshi Nakahashi, el propietario, dió la bienvenida a José Castellani hace más de quince años. Viniendo en busca de “tranquilidad” cerca de la mediana edad, José guardó un recuerdo conmovedor de esta reunión. “Era su forma de decirme que estábamos vivos. Que en karate, lo dejemos todo en el vestuario. Solo el presente y la realidad del curso cuentan: te permite dejar ir”. Esta filosofía, esta punta atemporal de Japón, que Nakahashi había traído con él cuando hizo el viaje entre la tierra del Sol Naciente y la Isla de la Belleza, en 1976, debería ser una parada. Pero Bastia pronto se convirtió en su hogar: el nativo de Kobe se enamoró de Córcega y uno de sus habitantes, Marie-Jo. Fundó una familia, pero también un club en 1977, con la ayuda de Jean-Pierre Cordoliani. “El dojo es mi corazón”, le decía el sensei japonés a su esposa. José tiene ahora cincuenta y cinco años y todavía practica. Encontró la paz que buscaba y forjó fuertes lazos en este club tan especial.
La revolución de Nakahashi
Cuando Hidetoshi Nakahashi aterrizó en la isla, el Karate corso estaba aún en su infancia. Un club en Ajaccio, otro en Bastia, y eso era todo. Pero a principios de la década de 1980, el karate, que todavía era parte de la liga Provence Alpes Cote d’Azur, experimentó un auge. Fue en este momento que el Shito-Ryu, su estilo, se convirtió en parte de la Federación. “En las primeras competiciones, vimos que el club Nakahashi brillaba en todo, ya fuera en kata o en combate”, recuerda Jean – Michel Feracci , actual presidente de la Ligue Corse y AC Ajaccio  Martial Arts.“Nos quedamos deslumbrados, sin palabras: había una gran diferencia entre sus alumnos y nosotros”, continúa esta otra figura del karate en la isla. Bajo esa impresión, Jean – Michel Feracci se formó cerca del sensei. “El maestro Nakahashi bajaba todos los meses a mi club y yo, todas las semanas, subía a Bastia para entrenar con él”. Muchos siguieron sus pasos y, a lo largo de los intercambios y talleres, toda la región se benefició de la enseñanza del hombre que había descubierto el karate con los monjes de Kobe. Jean-Paul Corrieri, primer asistente de Nakahashi en el AMI, incluso habla de“Revolución”. “Cuando llegó a Córcega, la gente se cuestionó en sus prácticas. Un nuevo enfoque, un nuevo trabajo se había puesto en marcha. Y es en parte gracias a él si hoy tenemos atletas en la isla como las hermanas Feracci que brillan internacionalmente “.


Tendrá bondad

Si él ha impulsado a tanta gente detrás de él, es porque el sensei japonés nunca dejó a nadie indiferente. “Cuando yo era un hombre joven, ¡había tal aura alrededor de él! Un maestro que vino de Japón, que nos atrajo necesariamente” , recuerda a Jean-Paul Corrieri, su acento corso teñido de emoción por la evocación de sus primeros pasos de karateka. “Generosidad”, “amabilidad”, el sexto dan solo tiene cumplidos y admiración por su maestro. “Obviamente estamos impresionados la primera vez contra un caballero así”, agrega José Castellani . “ Es muy sencillo, cálido. La puerta está siempre abierta, nadie se queda fuera. Y cuando practica, tiene tanta facilidad … parece que nació con este conocimiento del karate”. El nombre y reputación Nakahashi siempre seguros de cursos completos y continuaron atrayendo a los curiosos en los últimos años a AMI Bastia. “Funciona mucho de boca en boca, ni siquiera necesito ir a los comerciantes para poner carteles”, explicó a su esposa Marie-Jo durante nuestro último intercambio al final del invierno, ella que siempre se ocupaba de lo administrativo. El club oscila entre 130 y 150 licencias según los años, con un núcleo duro de “viejos”, como se llaman a sí mismos, y muchos niños que aseguran la renovación y la dinámica. Debilitado en los últimos meses, Hidetoshi Nakahashi continuó manteniéndose al tanto de lo que estaba sucediendo en el dojo a diario, y el espíritu que inculcó en su club sigue tan vivo como siempre.




La semilla plantada ha brotado

Continuar apoyando a un club donde las amistades son fuertes y frecuentes para salir a cenar. Continuar, sobre todo, difundir la filosofía del maestro, será el objetivo de los próximos años. “Lo más importante aquí es la humildad”, dijo Jean-Paul Corrieri. “La vida de mi esposo, siempre ha sido transmitirla a todas las personas que ingresan a su club, entregándose a fondo por cada uno de ellos. No quería ocultar nada,explicó Marie-Jo. Sin presionar a los practicantes contra su voluntad, apreciado por su humor y su alegría de vivir, Hidetoshi Nakahashi siempre ha sido capaz de infundir confianza y llevar a muchos indecisos al cinturón negro. Esta apertura a todos y al espíritu familiar del club, sin duda, será perpetuada por un equipo de voluntarios dedicados. Se llaman Karine, Jean-Pierre, Manuel o Josephine. “La insularidad hace que el comercio con el exterior sea más complicado. Llevar a los niños a competir en el continente o acompañar a alguien a un rango en París, inmediatamente requiere gastos y organización”, recoge el primer asistente. Pero en un club fundado por un maestro que vino del fin del mundo, unos pocos kilómetros adicionales nunca asustaron a nadie. Para honrar su memoria, todos la mantendrán aquí.

Gaëtan Delafolie y Olivier Remy / Sen No Sen
fotos: Denis Boulanger / FFK y DR
Artículo original : https://www.ffkarate.fr/hidetoshi-nakahashi-de-kobe-a-bastia/
    publicado en:
    https://budoblog.es
















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por lo que se ruega que el respeto y la educación estén siempre presente ya que es totalmente PUBLICO.
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— deportivoshaolin (@gymshaolin) 4 de febrero de 2019

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