viernes, 11 de enero de 2013

Zen y El Arte

Zen y El Arte:
Zen y El Arte


El Zen fué en el pasado el fermento de una prodigiosa renovación, primero en China, y después en Japón. En las civilizaciones de extremo Oriente, la pintura y la poesía clásicas, las cuales cuentan entre sus representantes eminentes monjes Zen, se impregnaron de la concepción de la naturaleza y de las relaciones del hombre con ella inspirada por el Zen. Este ha sido uno de los factores que les ha permitido conservar intactos a lo largo de los siglos su frescor, y su inigualable sobriedad, tan apreciadas en nuestros días.
La creación artística procede en este caso de una comunicación íntima con los elementos y las estaciones. Y solo puede nacer del desapego del artista a sí mismo y de su percepción de las estructuras ocultas del mundo que le rodea, ya que su misión es revelar la armonía secreta de las cosas y la presencia invisible que la sostienen. De esta manera, cada ser se encuentra en su sitio justo, sin noción de privilegio,tanto el animal como el vegetal, la montaña, la nube, el espacio y el hombre, todos con la misma dignidad ya que su origen es el mismo.
Una tal concepción del arte resalta sobre todo la espontaneidad.
Tanto la pintura como la caligrafía Zen deben surgir de un solo trazo, y no puede ser retocada o arreglada. Y sin embargo, esta espontaneidad sólo se obtiene a través de una larga practica y de una larga y paciente maduración interior.
Numerosos artistas occidentales son hoy día sensibles a esta promesa de renovación que contiene el Zen.   Namasté!

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