Zen y La religión
El Zen es la esencia de todo el Budismo. Pero ante todo y esencialmente es contacto con el
Absoluto en nosotros mismos, Despertar a la Realidad más allá de las apariencias visibles, comprensión de nuestra profunda naturaleza humana, invisible. Y en esto es universal.
Ya el Maestro Dogen (1200-1254), uno de los fundadores del Zen japonés, decía: "Aquel que mire el Zen como una secta del Budismo y lo llame así, es un diablo".
El Zen es ante todo una Postura, la postura sedente de Zazen, con sus tres elementos: actitud del cuerpo, actitud del espíritu y respiración.
Una postura quiere decir evidentemente, en el sentido amplio del término, una actitud ante la vida: actitud de fuerza y de equilibrio, de serenidad y de vigilancia, de respeto y de tolerancia, de unión con la
vida cósmica.
El Zen se sitúa más allá de todas las religiones tradicionales, pero al ser la raíz misma del espíritu religioso, puede vivir entre todas las religiones, dar a cada una su verdadero poder religioso, y, en el seno
de todas las místicas, de la misma manera que un pez viviendo en el agua. "El agua es la vida para el pez, pero el pez es también la vida para el agua", decía Dogen. Namasté
Absoluto en nosotros mismos, Despertar a la Realidad más allá de las apariencias visibles, comprensión de nuestra profunda naturaleza humana, invisible. Y en esto es universal.
Ya el Maestro Dogen (1200-1254), uno de los fundadores del Zen japonés, decía: "Aquel que mire el Zen como una secta del Budismo y lo llame así, es un diablo".
El Zen es ante todo una Postura, la postura sedente de Zazen, con sus tres elementos: actitud del cuerpo, actitud del espíritu y respiración.
Una postura quiere decir evidentemente, en el sentido amplio del término, una actitud ante la vida: actitud de fuerza y de equilibrio, de serenidad y de vigilancia, de respeto y de tolerancia, de unión con la
vida cósmica.
El Zen se sitúa más allá de todas las religiones tradicionales, pero al ser la raíz misma del espíritu religioso, puede vivir entre todas las religiones, dar a cada una su verdadero poder religioso, y, en el seno
de todas las místicas, de la misma manera que un pez viviendo en el agua. "El agua es la vida para el pez, pero el pez es también la vida para el agua", decía Dogen. Namasté
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