jueves, 21 de febrero de 2013

Zen y las Artes Marciales

Zen y las Artes Marciales:
Zen y Las Artes Marciales


Desde el alba de su historia, el ser humano ha manifestado el deseo de superarse en fuerza y en sabiduría, aspirando a alcanzar la fuerza más grande y la más alta sabiduría.
Pero, ¿cómo se puede llegar a ser fuerte y sabio a la vez?
Esta es la Vía del Zen y de las Artes Marciales Tradicionales. El Zen ha enseñado siempre las dos Vías en una sola: desarrollo de la fuerza y de la sabiduría. Ambos aspectos son necesarios e interdependientes.
El desarrollo de la fuerza únicamente conduce al embrutecimiento, a la competición y al orgullo.
Muchos problemas y dificultades surgen de esta actitud unilateral. Por otra parte, la sabiduría sin la fuerza es ineficaz y no puede transformarnos ni actuar sobre el mundo.
En las Artes Marciales Tradicionales se desarrollaba la fuerza necesaria y al mismo tiempo la sabiduría para controlar y dirigir esta fuerza hacia una dimensión elevada. Esta dimensión no puede ser otra que el conocimiento de sí mismo, del propio cuerpo y espíritu. Hacerse intimo consigo mismo.
Las Artes Marciales modernas están en general muy lejos de su espíritu original. Hoy día se han convertido en un deporte, en una competición, y sus practicantes están lejos del espíritu y del ideal del Budo auténtico.
Cuando la enseñanza Zen y el espíritu del Budo llegaron al Japón, el país estaba envuelto en continuas luchas sangrientas entre los distintos clanes y feudos. Progresivamente, el Zen y el espíritu de las artes marciales tradicionales chinas consiguieron detener el sable y convertirlo en un soporte de meditación e introspección. Así surgió el Kendo. En cuanto al arco y la flecha, su objetivo dejó de ser el corazón del enemigo. El blanco perdió importancia, el verdadero blanco fue, a partir de entonces, el propio espíritu ilusorio y limitado por las concepciones estrechas de nuestra personalidad. Así nació el Kyudo, la
Vía del Tiro con Arco.
La intimidad permite controlar el cuerpo y el espíritu y nos hace superar la personalidad estrecha, el ego, sus impulsos y su afán de conquistar y vencer a los demás.
Por contradictorio que parezca, el secreto del Kendo, la Vía del Sable, es no desenvainar nunca el sable, es decir, desarrollar una fuerza y una sabiduría espiritual capaces de intuir con antelación la posibilidad de luchar y evitar que esas posibilidades se hagan reales.
La esencia de las Artes Marciales y del Zen es "no combatir", sino despertarse al tronco común que nos une con todas las existencias del universo. Namasté!

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