viernes, 17 de mayo de 2013

HISTORIA DE MUGENDO (2ª PARTE) FILOSOFIA MUGENDO: No hagas lo que no crees Si hay una filosofía que mejor defina a Mugendo, en ese aspecto, es la palabra "ecléctico". Según wikipedia esta palabra procede del griego eklegein, «escoger» y se refiere a la escuela de pensamiento que se caracteriza por escoger (sin principios determinados) concepciones filosóficas, puntos de vista, ideas y valoraciones entre las otras demás escuelas que se asume que puedan llegar a ser compatibles de forma coherente, combinándolas y mezclándolas. Esta definición puede hacernos creer que basta con practicar diferentes estilos, sumarlos y ¡eureka! tenemos un arte marcial superior, porque dos más dos son cuatro y esto es más que uno... Tal concepto de ser cierto (y más de uno lo habrá pensado) sería tan verdad como atar dos palomas juntas y soltarlas para que vuelen el doble. Lamentablemente lo único que podrán hacer es molestarse la una a la otra, rompiendo la armonía y equilibrio necesario, incapaces de volar y mostrándonos un patético resultado. En mugendo, en su concepción primaria y genuina está la proporción adecuada y la justa medida realizada por uno de los más grandes genios que en las Artes Marciales han existido, que ha sido Master Meiji Suzuki, el cual experimentó en su cuerpo y en la de sus rivales todo lo que debería reunir un Arte Marcial para ser letal y eficaz. Lo primero que realizó pese a ser el responsable del karate Wado -Ryu para toda Europa, fue tomar decisiones muy dolorosas, entre ellas fue: no hacer lo que uno no cree. El era un competidor nato, famoso por la dureza de sus entrenos, donde dos premisas eran obligatorias: sangre y contacto, tal era el Karate de aquellos primeros tiempos en Europa, y la decisión que tomó fue la de no enseñar katas tradicionales. Automáticamente eso fue considerado una herejía... (más tarde otro gran mito marcial como Dominique Valera en Francia también lo hizo). Imaginemos, por un momento, como se desarrolló la situación en su atestado Dojo londinense, concretamente en la última planta que era sólo para la élite... sus alumnos japoneses. Esa élite fue la que al principio no dio crédito a lo que decía su maestro, la estupefacción fue total. Muchos comenzaron a llorar, murmuraban palabras como deshonor... sus tradiciones rotas y mancilladas en un sitio tan lejano de Japón como Londres, otros más radicales, se dieron la vuelta y directamente en silencio, se fueron al vestuario, recogieron sus pertenencias para no volver jamás. Fue un precio muy grande. La 4º planta desde ese momento quedó vacía y el Master, nunca más quiso utilizarla. Más tarde, la reconvirtió en algo muy diferente, en un albergue para facilitar el alojamiento de los alumnos que de todo el mundo empezaron a venir. No se lo esperaba, cerró una puerta y se le abrieron muchas más.

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